INSTALACIONES DE JUEGO

Una instalación es una propuesta que invita a observar, pensar, manipular, transformar, experimentar, y dar nuevos significados a los materiales. El niño entra en diálogo con una propuesta estética a la par que pedagógica, a través del juego libre. El niño o la niña como sujeto pensante entra en una interacción con lo material (distintos objetos dispuestos en un orden específico) investigando, explorando e interpretando. El niño construye su conocimiento a través de la exploración y la experiencia, y siempre en relación con el otro.

Aparecen la elaboración de los procesos simbólicos, el niño interpreta en una interacción libre de todo lo que le rodea, y le otorga significado a la relación que establece con los objetos, a través de los objetos y con sus compañeros o adulto acompañante.

¿Qué tipo de juego podremos observar?

Juegos de vaciar y llenar, aparecer y desaparecer, construir y destruir; y el juego del “como si” o “si esto fuera”. Ellos reinterpretan esa realidad que les presentamos y van más allá de lo conocido, de lo normal, de lo convencional, como si de grandes creadores artistas se tratase.

En el momento que privamos a los niños de su juego espontáneo y natural estamos cortando toda su genialidad, creatividad, imaginario, etc., estamos eliminando su pensamiento divergente.

¿Cómo lo vamos a llevar a cabo?

El adulto hace una propuesta intencional y es el niño y la niña quien dispondrá libremente de los materiales y objetos presentados, entregándose al juego y a sus infinitas posibilidades.

El adulto ha de hacer también un gran ejercicio de creatividad e imaginación, así como de investigación y documentación, para llevar a buen término la propuesta. Seleccionar los materiales, teniendo en cuenta la edad del grupo de niños que van a participar y las posibilidades que les van a ofrecer, pensar en los posibles riesgos y conflictos que podrán aparecer, y descartar aquellos que ofrezcan algún peligro.

¿Qué tipo de materiales vamos a usar?

Los materiales suelen provenir del reciclaje del propio centro (cajas de cartón de distintos tamaños, botellas de leche, tapaderas, botes metálicos, tubos de cartón, papel de periódico, corchos, retales de tela….) Es lo que conocemos como material desestructurado. La propuesta puede complementarse con materiales de la naturaleza (hojas, ramas, flores, tronquitos, piñas,….) o con objetos cotidianos (cucharas, vasos de plástico, cuencos, cucharones de madera, coladores, embudos, pelotas, lanas, esponjas,…).

La elección, disposición y combinación de estos es la que dará el sentido estético, artístico y armonioso a la vez que provocará y desafiará la acción, la exploración y el descubrimiento de niños y niñas, es lo que le dará el sentido pedagógico. Hay que proponer una cantidad suficiente acorde al número de participantes que van a vivenciar la propuesta y que les posibilite la manipulación, tanto individual como grupal. Los espacios también educan, por lo que debe cuidarse con un mimo especial.

Este tipo de propuestas favorece un aprendizaje constructivista, donde el niño o la niña es protagonista y actor principal de diversos ámbitos pedagógicos, tales como:

  • El desarrollo y la potenciación de experiencias estéticas que incluye los diferentes lenguajes de la infancia.
  • La construcción de identidad, como también el valor y el respeto por el otro.
  • Autonomía en la toma de decisiones y en el ámbito psicomotriz.
  • El placer de la transformación otorgando espacios para la imaginación, la creatividad y la confianza.

Las instalaciones en la escuela infantil han de ser únicas y extraordinarias, que se presenten en un tiempo y espacio determinado para el juego infantil, posteriormente esta desaparece hasta que nuevamente proponemos otras relaciones entre objetivo y espacio. Una instalación es una propuesta donde podrán aparecer varias respuestas para una misma pregunta, y varias soluciones a un único problema y esta solo las habrá elaborado el propio niño sin ninguna intervención por parte del adulto.

¿Qué entra en juego?

  • El factor sorpresa es indispensable.
  • La disposición artístico estética.
  • La variedad de elementos propuestos.
  • La relación con los aprendizajes que se están promoviendo.
  • La disposición para el niño (si nos busca) y nula intervención del educador durante toda la actividad.
  • La absoluta libertad de acción e interpretación del niño con lo que se presenta ante sus sentidos. No hay límites a excepción de molestar a los compañeros y acciones que puedan entrañar algún riesgo. El único límite es su imaginación.

Podríamos hablar mucho sobre los procesos y las conexiones neuronales que se suceden en una sesión como esta.  El proceso de la actividad es asombroso, primero observan los elementos, desde la timidez, la indecisión, el no saber qué hacer, nadie dice nada. No hay consigna por parte del adulto, esperan unos segundos y se aproximan lentamente, con reparo hasta que alguien pasa a la acción y poco a poco los demás comienzan a sumarse.

Lo que sucede en el cerebro infantil en una actividad de este tipo es grandioso, las secuencias mentales que ellos solos realizan hasta llegar a realizar estas acciones, y todo ello sin mediar una palabra entre ellos, ni por supuesto con la educadora.

El mundo infantil no deja de sorprendernos, solo hay que saber mirar con “ojos de niño”.

¿Cómo vamos a llevarlo a cabo en Prado Alto?

Con sesiones cada 15 días. Durante una semana estará preparado el material propuesto e iremos pasando por la sala de psicomotricidad por módulo, para disfrutar de la instalación.

Lo llevaremos a cabo tal y como hemos ido explicando, prepararemos la instalación, los alumnos llegarán y contaremos con el factor sorpresa dejando que observen, manipule y disfruten, que hagan y deshagan a su antojo.